REFLEXIONES SOBRE EL FENÓMENO OVNI (y IV)




Que los ovnis son reales, que existen sin ningún género de duda, es algo que desde esta página respaldamos de manera clara y sin titubeos. La existencia en cada época, y primordialmente en determinados periodos de la historia, de prototipos aeronáuticos altamente secretos no es una novedad, como tampoco debe serlo la confusión que pueden generar y que de hecho han generado en múltiples ocasiones. Ciertamente hoy las ciencias avanzan que es una barbaridad, y muchos de los descubrimientos o de los avances que se hacen públicos se han obtenido años antes de su presentación al gran público, debiéndose la mayoría de las veces la demora a cuestiones meramente económicas, de competitividad en los mercados. Otras veces el mayor de los secretismos viene justificado por tratarse de tecnología militar avanzada cuya aplicación debe permanecer obviamente en el anonimato, porque supone una ventaja sobre el resto de potenciales contendientes, o por tratarse de tecnología aplicada inicialmente al ámbito militar que posteriormente pasa al civil. Por esto no es de extrañar que, sobre todo en la industria aeronáutica de la guerra, cualquier prototipo experimental o artefacto volador y secreto que haya desarrollado una tecnología que se salga de la norma conocida por la ciudadanía haya sido tomado por un ovni. Que los ovnis existen es una realidad y que, a veces, este tipo de artefactos experimentales han sido tomados por ovnis, es decir, por presumibles vehículos de naturaleza no terrestre, también lo es.

Sin embargo, la existencia de prototipos, vehículos o experimentos secretos, no niega la mayor, lo que hace es abundar sobre la necesidad de hacer un estudio aún más exhaustivo donde la implicación de las universidades y otros estamentos sea certera, y la colaboración de las diferentes fuerzas armadas de los estados en cuestión total. Lógicamente, pensar en esto último no deja de ser una pretensión inaudita pues, en el mejor de los casos, lo secreto ha de seguir siéndolo y ningún supuesto avistamiento ha de descubrirlo. Por lo tanto, mientras existan ovnis el secretismo de esos vuelos experimentales puede estar garantizado. Así pues, ¿podrían estar los gobiernos interesados en que la verdad no salga a la luz?. Evidentemente desde este punto de vista los gobiernos no lo estarían. Pero, en verdad, quizá los gobiernos más poderosos tengan algunas evidencias (pensando sobre todo en los estrellamientos), pero el fenómeno les queda tan lejos como a nosotros.

Ya se trate del modelo comunista o socialista, o del capitalista, la necesidad de controlar la creencia y definir el papel que el individuo ha de jugar en el contexto social es interés común de uno u otro modelo. En tiempos de la guerra fría la disyuntiva capitalismo o comunismo fundamentaba su dilema en la necesidad de preservar la libertad del individuo ante el sistema o la sumisión del individuo al sistema, la existencia de un sistema que garantizara las libertades y la libre competencia o la de un sistema que garantizara la igualdad en la competencia aunque fuera anulándola. Al final de lo que se trataba era del reparto de la riqueza y del reparto de la libertad, siempre y en ambos casos, en detrimento del ciudadano, pero con grandes matices y diferencias. Fuere como fuere la existencia de elementos, individuos, con capacidad para ser libres de mente, de pensamiento, capaces de no alinearse con sistema alguno, sino capaces de generar su propio sistema de creencias y pautas de conducta ante el sistema, ha resultado potencialmente sospechoso para el estamento de turno. ¿Es bueno, por tanto, permitir que los ciudadanos libres ejerzan verdaderamente esa libertad y decidan en qué creer, y esto les lleve a buscar por sí mismos la verdad, sea cual sea el ámbito en el que se desenvuelva esta verdad?. Está claro que la uniformidad en la creencia, se trate de la que se trate, garantiza la estabilidad del sistema . Por lo tanto, no sea que la gente que cree en ovnis, sumada a la posible realidad del fenómeno, venga a generar un modelo social diferente que desplace al actual y el status quo imperante peligre. Así que mejor que los ovnis no existan, y mejor que los que creen en ellos o dicen haberlos visto estén locos.

Lo cierto es que, ya fuera en los países del que se llamara mundo libre o del otro lado del telón de acero, la información sobre ovnis no ha circulado nunca y de verdad libremente, aunque bien es cierto que de este lado del muro las cosas funcionaron en ese sentido de manera bien diferente, sin olvidar la existencia también de dictaduras. Pero en cualquier caso, la caída del muro y el advenimiento de la glasnov y de la perestroika, permitió que conociéramos mucha de la casuística existente en la extinta Unión Soviética, y que el fenómeno se mueve al margen de modelos sociales. Al final ni todos los ovnis eran armas secretas comunistas ni todos los ovnis eran armas del más feroz capitalismo, que es lo mismo que sucede hoy en día. Ni todos los ovnis son extraterrestres, ni fruto de la más avanzada y secreta tecnología de los gobiernos. Pero la realidad del fenómeno es para mí incuestionable.

Sí, los ovnis existen, y vienen a significar la evidencia de que compartimos el universo con formas de vida diferentes, que han sido capaces de desarrollar una civilización tecnológica, y llegar hasta nosotros desde algún lugar del espacio o del tiempo, o de otro espacio y otro tiempo.

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